El Pulso de la Industria / Una economía al servicio de todos

Por: Thomas Karig

Con desconcierto registramos en las últimas semanas la efervescencia política que se dio en países latinoamericanos, sobre todo en Chile, pero también en Ecuador, y al mismo tiempo el golpe de timón político en Argentina. Cada país tiene sus particularidades, pero todos parecen compartir con otros países europeos y americanos un descontento generalizado de la población con la distribución de la riqueza. Y bueno, en México nos lo predican todos los días.

Aunque algunos hablan de la crisis del capitalismo, nadie pone en duda el concepto de la economía del mercado que es la esencia del modelo capitalista. Es un hecho que el mecanismo de oferta y demanda rige hoy en prácticamente todos los países del mundo, y abarca cada vez más ámbitos de los servicios e incluso de la interacción social.

Por otro lado, nos damos cuenta de que los gobiernos y la sociedad civil, solos, no van a poder remediar los problemas sistémicos que enfrenta la humanidad como son la falta de equidad, el futuro del trabajo y por supuesto, el impacto catastrófico del cambio climático.

Reconociendo que las empresas, y sobre todo los grandes consorcios globalizados, tienen un papel fundamental para enfrentar estos retos, las 181 empresas estadounidenses más importantes, agrupadas en el Business Roundtable, acaban de romper con un paradigma que los rigió durante 50 años: la doctrina de la primacía del accionista (shareholder primacy), formulada por Milton Friedman en 1970. En resumen, Friedman decía que la única responsabilidad de la empresa es para con sus accionistas.

El Business Roundtable, en su documento publicado el 19 de agosto de 2019, plantea que la empresa debe estar al servicio de todos sus “stakeholders”, o grupos de interés: sus empleados, sus comunidades, sus proveedores y clientes, además de sus inversionistas. No es que esto sea un concepto nuevo, incluso otros economistas como Joseph Stieglitz criticaron el planteamiento de Friedman desde el momento que lo hizo. Pero es un hecho que las grandes empresas durante décadas siguieron el principio de maximizar sus utilidades y así contribuyeron no solo a la creciente desigualdad, sino también a profundizar los problemas sociales y ecológicos.

Aunque también hay críticos de esta nueva postura, unos por desviarse de la doctrina y otros que no creen que sea genuina, hay que reconocer el nuevo compromiso como un factor decisivo para enfrentar los retos actuales y lograr el crecimiento incluyente que pueda apaciguar a los inconformes. Los conservadores que ven en riesgo los retornos sobre la inversión se darán cuenta que atender los riesgos y oportunidades relacionados con todos los grupos de interés solo puede beneficiar la rentabilidad de las empresas en el largo plazo. Hay ya en la actualidad suficientes datos que soportan eso. Y la competitividad en los mercados adquiere una nueva dimensión: empleados que prefieren trabajar en empresas socialmente responsables, y clientes que están dispuestos hasta a pagar un poco más por productos y servicios de empresas que sirven a la sociedad.

Una noticia que vale la pena destacar en este sentido es el anuncio de 100 empresas mexicanas que se comprometen a pagarle a sus colaboradores al menos 6,500 Pesos mensuales.

Que las empresas adopten un nuevo de gestión que integre la responsabilidad social, la responsabilidad ambiental y la gobernabilidad empresarial, nos permite ser un poco más optimistas que vamos a poder enfrentar el cambio climático y generar un modelo renovado de crecimiento balanceado y sostenible en las décadas que vienen.

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