El Pulso de la Industria / ¿Qué va a ser lo nuevo y lo normal?

Por: Thomas Karig

Todos decimos que nos urge regresar a nuestras actividades cotidianas, y ciertamente los que tuvieron que detener o reducir la actividad que los sustenta, todavía les urge más. Pero también sabemos que las cosas no van a ser igual que antes, sobre todo en el contacto personal, y por lo tanto lo nuevo no va a tener nada de normal.

Lo que aplica a nivel personal, también aplica para el mundo de los negocios, la economía y la política. Y si el nuevo entorno económico y social van a ser diferentes, más vale que hagamos todo el esfuerzo necesario para que el resultado que obtengamos para la sociedad y las empresas sean condiciones mejores, más saludables, más justas, y más sostenibles que lo que nos llevó a la crisis en primer lugar. Y vaya que la crisis de salud ya se convirtió en crisis social y económica.

La transformación que ya desde antes señalizaban los mercados, la digitalización y las nuevas reglas del comercio, ahora coinciden con el nuevo inicio. Sería muy ineficiente volver a empezar con los esquemas anteriores que sabemos que están obsoletos. La menor demanda en los próximos meses, y los costos adicionales que significa operar bajo las condiciones de la pandemia, obligan a la industria a buscar nuevas fuentes de eficiencia y productividad. La implementación de procesos digitalizados y robotizados se tiene que acelerar. La necesidad de mejorar la resiliencia de las cadenas de suministro puede generar cambios de fondo con implicaciones económicas importantes.

Las empresas saben esto y van a trabajar estos temas, algunas con mayor efectividad que otras.

La gran pregunta es: ¿podremos aprovechar esta coyuntura para implementar los cambios fundamentales que requieren los sistemas políticos, sociales y económicos de los países? El Foro Económico Mundial plantea “resetear” el sistema económico atacando con decisión los temas que tienen que mejorar, para garantizar más resiliencia y menos impactos para otra crisis similar. Ahí están en primer lugar los sistemas de salud y de seguridad social, íntimamente ligados a la equidad económica. Por supuesto, hay que agregar los sistemas de educación pública. Y la inversión gubernamental y privada se tiene que orientar en estrictos criterios de sostenibilidad. La aplicación inteligente de nuevas tecnologías y generación de competencias para hacerlo caen también en esta categoría. Ningún caso tiene tratar de componer las grietas que se abrieron en el sistema anterior. Es una gran oportunidad para una nueva generación de políticos promover el “reset” en este momento que la ciudadanía está receptiva.

Así como “reseteamos” la computadora para eliminar las fallas en el sistema, y de una vez cargamos un software mejorado, así debemos enfocar este nuevo inicio, desechando paradigmas que ya no aplican. Un buen ejemplo es el programa de incentivos del gobierno alemán, que entre otras cosas incrementó sustancialmente los incentivos para la compra de autos eléctricos dejando sin apoyo la compra de autos tradicionales.

Después de la pandemia, el mundo se dividirá en empresas y países que supieron aprovechar la crisis para dar un brinco, y otros que se hunden derrotados por su falta de capacidad de cambiar. La moneda todavía está en el aire.

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