Por: Thomas Karig
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, conocida como la AMIA, que agrupa a los fabricantes y comercializadores de vehículos ligeros, está estrenando Presidente Ejecutivo. El nuevo dirigente, Jose Guillermo Zozaya, sustituye a Eduardo Solís, quien ocupó esta función durante 12 años. Zozaya viene de dirigir durante 14 años la ferroviaria Kansas City Southern de México, y estuvo activo en las cámaras del sector.
No es nada fácil encontrar a la persona adecuada para representar a una industria con tanta relevancia para la economía, la balanza de divisas y los empleos de México. En esta ocasión pasaron 6 meses para ocupar el puesto que dejó vacante Eduardo Solís, quién había hecho carrera en la Secretaría de Economía y dominaba perfectamente los caminos para plantear las inquietudes de la industria en el Ejecutivo y el Legislativo.
En su primera conferencia de prensa Zozaya dijo que “hemos decidido reinventarnos como asociación y redireccionar nuestra visión para hacer frente a los nuevos retos”. Lo que suena como slogan político, tiene su trasfondo. Dirigir una asociación cuyos socios son competidores en el mercado y representan compañías internacionales tan poderosas, es singularmente difícil. Las reglas de la asociación exigen una mayoría del 80% para la toma de decisiones, y hay que conciliar los intereses de empresas que provienen de diferentes regiones del mundo con mentalidades muy diversas.
Estas diferencias se manifiestan particularmente en las negociaciones comerciales, porque se empiezan a mezclar intereses nacionales con intereses empresariales. Yo estoy seguro que el reciente proceso de negociación del T-MEC dejó algunas heridas, y esas habrá que atender ahora.
Otra dificultad que tiene la industria automotriz en México es que el sector de los fabricantes está dividido en tres asociaciones separadas: la AMIA para los vehículos ligeros, la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones para los pesados, y la Industria Nacional de Autopartes para las empresas proveedoras. Esto obviamente le resta peso al sector, sobre todo ante las autoridades cuando se trata de acordar temas de regulación y de apoyo. Una buena parte de la labor de los presidentes de estas asociaciones es conciliar las agendas de los tres grupos.
Esto también sucede en otros países, como Brasil, Argentina o Estados Unidos, con los mismos efectos negativos. Solo en Alemania se ha logrado reunir a toda la industria en una sola asociación. Esto permite un diálogo más efectivo con el gobierno, pero también, e igualmente importante, una estrategia industrial mucho mejor enfocada.
Y vaya que hay varios temas que la industria automotriz mexicana tiene que atender. En primer lugar, está la instrumentación del T-MEC, buscando que el cumplimiento de las nuevas reglas, cuyo grado de complejidad se incrementó exponencialmente, sea pragmático y flexible. Otro tema que siempre está presente, pero que periódicamente se agrava, es la importación de vehículos usados de Estados Unidos, que por mucho que se le de una apariencia legaloide, no deja de ser una competencia desleal y además un riesgo ambiental y de seguridad vial. El tema de los autos usados está en relación directa con la deficiente aplicación de normas ambientales y de seguridad a los vehículos en circulación en México. La consecuencia es la contaminación del aire de las ciudades, la altísima cuota de accidentes viales que México tiene, y un parque vehicular que es uno de los más antiguos del mundo.
Y la gran pregunta que nos hacemos en la actual coyuntura política y económica, es hasta que punto México va a ser capaz de atraer nuevas inversiones para la reestructura de las cadenas de suministro. Esta va a ser necesaria, tanto para cumplir las reglas del T-MEC, evitar las disrupciones en el futuro, y amortiguar el pleito comercial de Estados Unidos con China.
Una estrategia coordinada del sector automotriz, entre las armadoras y con sus proveedores, que encuentre eco en los gobiernos estatales y federal, puede hacer la diferencia para no desaprovechar esta oportunidad.
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