Migrantes ahora necesitan ayuda para sacar adelante a sus familias

La pandemia deterioró los salarios de los trabajadores inmigrantes, quienes envían menos remesas a sus hogares y esto podría generar un aumento de la pobreza en varias partes del mundo, de América Latina al sur de Asia.


Peter S. Goodman, en The New York Times, en su artículo "Migraron para sacar a su familia de la pobreza. Ahora necesitan ayuda", que durante años, Flavius Tudor ha enviado el dinero que ha ganado en Inglaterra a su madre, en Rumania, pero ahora la tendencia se revirtió al perder él su empleo.

El dinero que ha ganado en el Reino Unido y le ha enviado de manera periódica la suma que le permitía comprar sus medicamentos, pero el mes pasado, ante la pandemia, el flujo se revirtió.

Su madre de 82 años le envió dinero para que pudiera pagar sus cuentas.

Tudor, de 52 años, ya no pudo ingresar al asilo de ancianos donde trabajaba como cuidador al presentar un cuadro de  fiebre y le dio una tos persistente en medio de la pandemia de coronavirus, así que su madre usó su pensión, obtenida gracias a toda una vida como bibliotecaria en uno de los países más pobres de Europa, y le envió dinero a su hijo que radica en uno de los países más ricos del mundo.

En todo el mundo, la pandemia ha puesto en riesgo una arteria vital de financiamiento que sustenta a cientos de millones de familias: las remesas que los trabajadores migrantes que laboran en países ricos envían a sus países de origen. Como el coronavirus paralizó las economías y ha originado desempleo, las personas que estaban acostumbradas a cuidar a sus familiares que permanecen en sus países han perdido sus ingresos, lo que las ha obligado a depender de quienes han dependido de ellos.

De acuerdo con el Banco Mundial, el año pasado, los trabajadores migrantes enviaron a sus países una suma histórica de 554.000 millones de dólares, más del triple que la cantidad de ayuda para el desarrollo otorgada por los países ricos. Pero es probable que esas remesas se reduzcan a una quinta parte este año, lo que representa la contracción más importante de la historia.

La caída augura una catástrofe y aumenta la posibilidad de que la pandemia genere el primer incremento de la pobreza a nivel global desde la crisis financiera de Asia en 1998. Se cree que, aproximadamente, de 40 a 60 millones de personas caerán en pobreza extrema este año, lo que el Banco Mundial define como vivir con 1.90 dólares o menos al día.


La disminución de las remesas es tanto un resultado de la crisis que abruma al mundo como un presagio de otros problemas que se avecinan. Con base en el poder adquisitivo, los países en desarrollo representan el 60 por ciento de la economía mundial, según el Fondo Monetario Internacional. Un menor gasto en los países más pobres se traduce en menos crecimiento económico para el mundo.

Al igual que la pandemia que la ha provocado, la disminución de las remesas es global. Se espera que Europa y Asia Central sufran una caída de casi el 28 por ciento en las retribuciones que se envían desde otros países, mientras que en África subsahariana se contempla una caída del 23 por ciento. Parece que Asia del sur se prepara para un descenso del 22 por ciento, mientras que Medio Oriente, el norte de África, Latinoamérica y el Caribe podrían asumir una reducción de más del 19 por ciento.

En general, de acuerdo con un cálculo de la Red de Naciones Unidas sobre la Migración, la pandemia ha deteriorado el potencial de ingreso de 164 millones de trabajadores migrantes que apoyan al menos a 800 millones de sus familiares que viven en países menos ricos.

 

 

 

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