SRE plantea transición de industria automotriz a electrificación

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) presentó el diagnóstico y recomendaciones para la transición de la industria automotriz en México del Grupo de Trabajo para la Electrificación del Transporte, que evalúa factores como la innovación, capital humano, desarrollo de proveedores, desarrollo de infraestructura y gobernanza, así como las áreas de oportunidad.

El estudio destaca temas como la inclusión en el sector, donde en los Estados Unidos las mujeres representan tan sólo el 27% de la fuerza laboral en la fabricación de automóviles, en comparación con el 47% de la fuerza laboral total, mientras que, en México, de acuerdo con el INEGI, las mujeres representan el 37% del personal del subsector “fabricación de equipo de transporte”.

Conforme el documento, en el cual refiere la conformación del Grupo de Trabajo México-Estados Unidos para la electrificación del transporte, con la participación de diversas secretarías federales y estados como Puebla, se desprende que la transición de la industria automotriz implicará nearshoring, normatividad y manejo de minerales estratégicos

México es el cuarto exportador y el séptimo productor de autos en el mundo, con una industria que a nivel nacional representa el 3.0% del producto interior bruto (PIB) total y el 16.0% del PIB manufacturero del país en 2021, así como un tercio del valor de las exportaciones.

Además, el año pasado la industria nacional automotriz y de autopartes recibió alrededor de 5 mil 400 millones de dólares de inversión extranjera directa.

También, se propone identificar y aportar desde las empresas y cámaras las necesidades de capital humano para la innovación con la finalidad de que estas puedan servir de insumo a las universidades y centros de capacitación para el desarrollo de currículas que respondan a la demanda de la industria automotriz eléctrica.

Asimismo, crear una plataforma digital que permita a las industrias, cámaras y empresas aportar la identificación de capacidades necesarias para sus sectores como insumo a modo de que las universidades y los centros de capacitación tengan conocimiento actualizado de las necesidades de la industria y puedan adaptar sus currículas para ofrecer una formación profesional que sea acorde a las necesidades del mercado laboral.

Respecto a la formación de capital humano regional especializado, el sector académico y la iniciativa privada plantearon que es necesario desarrollar programas binacionales en los que participen ambos sectores de México y Estados Unidos para orientarse hacia la formación de personal en apoyo a la transición hacia la electrificación del sector automotriz, además de conformar carreras especializadas en la industria.

En materia de proveedores, refiere una baja disponibilidad de componentes digitales y tecnológicos, incluidos los electrónicos, semiconductores y software, aunado a la necesidad de una relocalización de la producción de chips para hacer más resilientes a las cadenas de suministro.

En torno a infraestructura, plantea la elaboración de un censo que identifique la oferta actual de cargadores y el estatus de su funcionamiento, así como crear una hoja de ruta para establecer un estándar común que permita una infraestructura de recarga unificada en toda la región de Norteamérica, además de definir carreteras para establecimiento de electrolineras.

Sobre gobernanza, destaca en materia de normatividad la necesidad de un mapeo de las normas existentes en materia automotriz, así como agilizar permisos para el despliegue y promoción del sector, mientras que en política multilateral coordinar una alianza, una iniciativa o un esfuerzo multilateral regional en Latinoamérica con el objeto de regular y administrar la oferta y demanda de minerales estratégicos, en particular las cadenas de valor del litio

El documento destaca que la vertiginosa transición hacia electrificación del transporte también representa el surgimiento de nuevos jugadores y centros de producción que han invertido de manera temprana en el desarrollo de las baterías eléctricas, en la extracción de materiales esenciales, en modelos de negocio innovadores y en una infraestructura industrial que les ha permitido ganar ventaja en el mercado global.

Concluye que este contexto de transformación sistémica impone retos conjuntos para México y Estados Unidos, quienes en las últimas tres décadas han invertido para asegurar la competitividad de la industria automotriz creando un sistema de producción integrado, regional y desarrollando una infraestructura que permite movilizar más del 70% del comercio regional mediante el transporte terrestre, donde la compleja transición hacia la electrificación del transporte obliga a contar con marcos innovadores de cooperación que permitan mantener la competitividad de este sector.

 

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